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Punda, el canguro panda


Punda, el canguro panda
Cancion Punda 



Erase una vez, hace ya algún tiempo, en la zona  australiana del bosque de encinas, vivía un pequeño grupo de canguros .

Los canguros vivían muy contentos en libertad, saltando de un lado a otro del bosque, y conviviendo en armonía con el resto de animales del bosque.

Telda era una de las canguras más mayores del grupo y por ello realizaba los mejores saltos y acrobacias de  todos los canguros de Australia. Por esta razón todos los animales del bosque la admiraban y apreciaban mucho sus buenos consejos.

Pero por desgracia Telda no había podido tener descendientes ya que por un problema genético no había podido ser mamá de ningún pequeño cangurito y a  pesar de que era muy buena realizando saltos su corazón estaba un poquito triste por esta razón.

Cuando nacía algún cangurito de alguna de sus amigas del grupo, siempre corría para ser la primera en conocer al nuevo canguro y dar sus felicitaciones a la mamá.

Como todos conocían su amor por los niños y el gran afecto que su corazón podía darles, siempre que tenían algún problema con los cuidados de su bebé, iban en busca de Telda para que le solucionara el problema.

Y así iban pasando los días y Telda echaba más en falta la compañía de un bebito al que adorar y cuidar.

Un día mientras paseaba por el bosque , se sentó cerca del camino de los helechos rojos y a lo lejos escuchó el sonido de un llanto que parecía pertenecer a un pequeño bebé.

En seguida fue en su búsqueda y de repente, a un lado del camino, encontró un recién nacido Panda que se encontraba casi a punto de morir de hambre y de frío.

-          ¿Pero qué haces aquí pequeñito Panda? Pareces enfermo- dijo Telda recogiendo el bebé del suelo. No te preocupes lindo, muy pronto estarás sanado. Con mis cuidados te recuperarás en seguida.

Y dicho esto Telda partió a su casita con el bebé de Panda en su pequeña bolsa. Mientras saltaba y brincaba en dirección a su casa, todos los animalitos del bosque la saludaban y se quedaban asombrados viéndola tan contenta con el pequeño Panda en su barriga.

Durante el recorrido iba pensando en el nombre que le daría al pequeño, miró atentamente sus manitas, su carita y sus lindos ojitos, hasta que finalmente decidió que como su mirada era muy dulce y cálida le llamaría por nombre Punda, que en lenguaje canguro significaba “ dulce niño”.

Entre salto y salto Telda llegó a su casita. Una vez que llegó allí dispuso toda una habitación para Punda. Le realizó bonitos pañales y curó sus pequeñas heridas. Consiguió leche para alimentarlo gracias a la ayuda de otras mamás canguros que cada día le cedían parte de su leche para alimentarlo.

Y de esta manera, día tras día, Punda crecía fuerte y hermoso gracias a las atenciones de Telda.

En muchas ocasiones partía al bosque en compañía de sus buenos amigos canguros, Pirto y Sisto , que eran unos canguros gemelos que vivían a unas cuantas manzanas de allí. Juntos hacían competiciones de saltos y carreras en las que Punda casi siempre resultaba vencedor.

-          Parece que tu madre ha realizado una gran labor contigo.- dijo Pirto. Te ha enseñado las mejores técnicas de salto canguro de toda la historia. Seguramente que cuando celebremos la fiesta del bosque ganarás el concurso de salto- continuaba explicando Pirto.

-          Si, es cierto- respondió muy orgulloso Punda. Mamá ha sido una excelente profesora para mí.

-          ¡Claro, así cualquiera!- respondía con ligera envidia su amigo Sisto. Ya me gustaría a mí hacerlo tan bien como tú.

Y es que Punda a pesar de ser un Panda, había desarrollado unas piernas muy fuertes y un cuerpo ágil para saltar, ya que ha base de práctica había conseguido adquirir un cuerpo atlético muy semejante al de sus compañeros los canguros.

Pero Punda, a pesar de que era muy feliz al lado de sus amigos, sentía que era diferente. Él no era un canguro y esto le hacía sentirse un poco triste a pesar de que todos los canguros le adoraban y le respetaban siempre.

Un día mientras iba en busca de granitos de acebo para llevar a su mamá Telda descubrió que a través del camino de los helechos rojos, se llegaba hasta una zona llena de árboles de eucaliptos y de fresas muy ricas con las que poder alimentarse y decidió que caminaría un rato más para llegar hasta ellas.

Cuando llegó allí se quedó muy sorprendido viendo la cantidad de eucaliptus y de arbustos con fresas que se encontraban allí, pero su sorpresa fue mayor cuando descubrió un grupo de osos pandas como él que se encontraban recogiendo   frutas.

-          Hola- dijo muy sigilosamente Punda. Mi nombre es Punda . ¿Y vosotros quienes sois? –preguntó Punda acercándose a ellos saltando y brincando como habitualmente hacía.

-          Hola, especie de Panda extraño- dijo uno de los pandas de allí. Mi nombre es Lacón y este es mi amigo Tropo.

-          ¿Cómo es que tu cuerpo es tan delgado y tienes esas piernas tan ágiles? No pareces un Panda, no te pareces nada a nosotros- dijo Tropo.

-          Nosotros los Pandas no caminamos dando brincos ni saltos como tú. Somos pesados y trepamos lentamente a los árboles para alimentarnos de hojas  y de frutos- continuó explicando Lacón.

-          Pues veréis, es que yo soy un canguropanda. Mi madre no es una osa, es una cangura- dijo Punda. Ella me recogió de pequeñito cuando me dejaron abandonado en el otro lado del bosque y me dio todos los cuidados necesarios para que pudiera crecer y llegar a ser el Panda que ahora soy- dijo muy orgulloso Punda.

-          Pues creo que no deberías estar tan orgulloso de esto- dijo Lacón. No eres ni un Panda ni un canguro-continuó diciendo Lacón.

-          Si de verdad quieres sentirse orgulloso de algo, deberías sentir orgullo de ser un Panda como Dios manda.  Dando saltos y teniendo un cuerpo tan atlético como el que tienes nunca llegarás a ser un Panda verdadero- dijo Tropo.

-          Ya lo sé…tenéis razón.  Siempre he querido sentirme realmente como lo que soy, un oso Panda. Pero mi madre me ha cuidado a su imagen y de la manera como los canguros se cuidan entre ellos- dijo tristemente Punda.

-          Bueno, todo tiene solución. Abandona tu hogar  y vente a vivir con nosotros – dijo Lacón. Con nosotros aprenderás a ser un verdadero Panda.

-          ¡¡Si!!- exclamó muy contento Punda. ¿Puedo marcharme con vosotros?- dijo ilusionado. Pero si me voy con vosotros nunca volveré a ver a mi madre ni a mis amigos los canguros Pirto y Sisto- dijo un poquito triste Punda.

-          Bueno. Tú decides. Si quieres ser un medio panda o un Panda verdadero-dijo Tropo caminando en dirección a su manada.

-          Está bien. Prefiero irme con vosotros y aprender a ser un Panda verdadero. No me importa tener que dejar a mis compañeros y a mi madre si con ello me sentiré mejor siendo lo que de verdad soy- dijo Punda.

Y dicho esto Punda se fue con sus nuevos amigos  Lacón y Tropo en dirección de la manada de los Osos pandas sin darse cuenta que tras los matorrales de  fresas y eucaliptos se encontraban escuchando la conversación sus queridos amigos Pirto y Sisto.

-          ¡¿ Pero no puede ser? – dijo cabizbajo Pirto. No es posible que Punda prefiera vivir con los pandas antes que con nosotros- dijo  muy triste.

-          No es posible que prefiera trepar por los árboles y caminar lentamente antes de saltar y brincar como un canguro- continuó diciendo Sisto.

-          ¿ Que dirá Telda cuando se entere? Se pondrá muy triste en cuanto conozca la noticia- dijo Pirto.

-          No le diremos nada. Así evitaremos su tristeza- dijo Pirto.

-          Pero no podemos hacer eso. Se enterará de todas formas cuando no llegue nunca más a su hogar. Debemos decirle que se ha marchado con los pandas- Al  menos de esta manera estará tranquila sabiendo donde se encuentra- dijo muy triste Sisto.

Pirto y Sisto se marcharon muy tristes a contarle a Telda lo sucedido. No sabían la manera cómo le contarían a Telda lo que había ocurrido para no hacerle daño.

En cuanto llegaron a la casa de Telda le narraron lo ocurrido y Telda se marchó llorando a su habitación, muy triste sabiendo que  Punda nunca más regresaría con ella.

De esta manera pasaron los días y Telda cada vez estaba más triste. Ya no le apetecía salir a pasear, ni saltar como antes ni preparar las frutas para alimentarse, porque ahora no tenía a nadie a quien ofrecerle sus cuidados.

Pirto y Sisto siempre acudían a verla para darle ánimos, pero Telda se refugiaba en su hogar y no quería ver a nadie.

Mientras Punda seguía su vida ajeno a la tristeza que había provocado tras su marcha a sus amigos los canguros y su madre Telda .

Con sus nuevos amigos aprendió a comportarse y a ser un verdadero Panda. Ya no saltaba, ni brincaba. Comenzó a caminar lentamente y alimentarse de todas las hojas y frutos que se encontraba por el camino. Aprendió a trepar por los árboles y dejó de ser el canguropanda Punda para convertirse el uno de los Pandas más holgazanes y perezosos de toda la manada.

-          Ahora sí que soy un verdadero Panda- decía para sí mismo Punda. Todos me quieren y me respetan. Ahora sí que me siento bien siendo lo que realmente soy- se decía Punda interiormente tratándose de autoconvencerse así mismo de que había hecho lo correcto.

Pero Punda interiormente no se sentía contento. A pesar de que ahora sabía comportarse como un verdadero Panda, su corazón estaba triste porque echaba de menos a su familia canguro y la agilidad que tenía antes. Deseaba con todas sus fuerzas volver con los canguros pero no sabía si ellos le perdonarían el hecho de haberlos abandonado sin ni tan siquiera despedirse.

Mientras en la manada de canguros, Pirto y Sisto seguían preocupados por la salud de Telda y decidieron armarse de valor e ir en la búsqueda de Punda para informarle que su madre estaba muy enferma.

Cuando llegaron al bosque de los Osos pandas, Punda les recibió muy emocionados y se dio cuenta de cuánto les había echado de menos. Los dos canguros se quedaron muy sorprendidos viendo el cambio de Punda. Casi no lo habían podido reconocer.

-          Vemos que ahora sí que te has convertido en un verdadero Oso panda- dijo tristemente Pirto.

-          Hemos venido a buscarte porque tu madre se encuentra muy enferma. Desde que te fuiste comenzó a sentirse muy triste y la pena de su corazón hizo que dejase de alimentarse, de salir a saltar y de cuidarse. Creemos que si vas a visitarla quizás se recupere un poquito- dijo Sisto.

-          ¡¡Ostras!- dijo muy triste Punda. Siento mucho que por mi ausencia se encuentre en esa situación. Realmente me siento muy triste por haberos abandonado. Me he dado cuenta que realmente lo importante no es lo que uno deba ser por su apariencia física, sino lo que verdaderamente importa son los sentimientos internos que uno tiene y ellos son los que determinan realmente lo que uno es, independientemente de  lo que se muestre en el exterior.

-          Me he dado cuenta de que mis sentimientos verdaderos son los que dictan mi comportamiento y lo que determina lo que verdaderamente soy. Y mis sentimientos siguen perteneciendo a vosotros los canguros que sois los que me habéis cuidado y protegido y con los que he crecido.  Aunque me esforzara en seguir comportándome como un Panda , este comportamiento sería falso e infundado , porque realmente mi corazón quiere ser un verdadero canguro panda- dijo Punda abrazándose a sus amigos Pirto y Sisto.

-          Nos alegramos mucho de ello- dijo muy contento Pirto.

-          Pues vamos sin más tardar a ver a tu madre, que estará deseosa de que volver a verte y estar de nuevo todos unidos- dijo Sisto.

Y los tres amigos se marcharon en dirección al bosque de los canguros. Punda estaba muy feliz de volver a ver a todos sus antiguos amigos, que lejos de estar enfadados se mostraban muy alegres por volverlo a ver.

Punda entró rápidamente a su antigua casa, y allí vio a Telda acostada en su gran sillón, muy triste y desmejorada.

-          ¡¡Hola mamá!! – dijo Punda dirigiéndose a su madre.

-          ¡Querido Punda!!!. ¡Has regresado!- dijo muy contenta Telda abrazándose a su pequeño Canguropanda.

-          Y espero quedarme para siempre con vosotros- dijo Punda. Pero ahora tenemos muchas cosas que hacer de nuevo juntos. Tenemos que recuperar nuestras antiguas fuerzas, nuestros magníficos saltos y volver a recorrer brincando todo el bosque en busca de fresas y de semillas- dijo muy ilusionado Punda.

Y de esta manera Punda ayudó a su madre Telda a recuperar poco a poco su salud y con ello también logró recuperar su figura atlética de canguro y  la fortaleza de sus piernas. Volvió a sentirse realmente como lo que era, un gran canguropanda.

Todos los canguros celebraron unidos el regreso de Punda y la paz y la alegría volvió a reinar por el bosque de los canguros.

Punda no volvió a ver a sus compañeros los Osos pandas a los que en ningún momento volvió a echar en falta.

Y así fue como Punda aprendió que lo que eres realmente es lo que verdaderamente sientes en tu interior independientemente de la apariencia física que puedas mostrar en tu exterior.


Y colorín, colorado..este cuento se ha acabado.

Los wikicuentos multiculturales.

Mónica Zambrano.

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