
Ellos
consideran que Guifredo siempre está llorando por cualquier cosa que le ocurre,
cuando no sabe una pregunta que la señorita le realiza se pone a llorar. Cuando
se le olvida la merienda en casa o cuando algún otro niño le da un golpe sin
querer, Guifredo se pone a llorar. Guifredo, Guifredo , Guifredo , no llores
más que te encogerás, dicen una y otra vez sus amigos del colegio. Y Guifredo
para variar iniciar su llanto sin parar.

La mamá de Guifredo intenta convencerlo y darle ánimos, intenta hacerle comprender que el llanto no sirve para nada, que tiene que ser fuerte y enfrentarse contento a las adversidades ya que es la única manera de lograr aprender. Pero Guifredo piensa que no tiene valor suficiente y que realmente es un niño miedica y prefiere resignarse antes que intentar vencer sus miedos.
Finalmente,
recoge su pequeña mochila y se dirige al colegio muy a pesar suyo.

Y
una de las pequeñas lagrimitas de Guifredo resbaló por su mejilla y cayó en la
linda fotografía del caballero de la armadura de Oro. Y de repente como por
arte de magia, el caballero del dibujo comenzó a estornudar.


-
Pero
quien osa despertarme de buena mañana e inundarme con sus lloros- dijo el
caballero.
- Pero si se trata de un personajillo, dime ¿Cuál es tu nombre?- preguntó el caballero a Guifredo que comenzó a secarse sus pequeñas lagrimitas.
-
Soy
el caballero Orlando. Y dime pequeñuelo. ¿A qué se debe tu llanto?- preguntó el
caballero muy delicadamente a Guifredo.
-
Pues
lloro porque es siempre lo que hago cuando no sé qué hacer- dijo Guifredo.
-
Extraña
respuesta.- contestó asombrado el caballero. Pues yo hago muchas más cosas
cuando no sé qué hacer. Por ejemplo, busco soluciones, me enfrento a dragones,
defiendo a princesas, siempre encuentro miles de alternativas antes de ponerme
a llorar- explicó detenidamente el caballero a Guifredo.
-
Claro.
Porque tú eres valiente y eres un caballero de la mesa redonda. Pero yo soy un
pequeño niño y me llaman Guifredo el cobardica.


-
Pues
dime. ¿Cómo tengo que hacerlo?- preguntó Guifredo.

-
Todos
los caballeros que formamos parte del consejo real de Arturo tuvimos que
demostrar nuestra valía consiguiendo encontrar la copa de la verdad y la espada
del valor.

-
¿Y
dónde puedo hallar estos dos objetos?- preguntó curioso Guifredo.
-
Deberás
recorrer la senda de los caballeros. Durante el trayecto deberás demostrar que
eres digno de ser coronado caballero y a medida que lo recorras irás recibiendo
mensajes de tus guías que te orientarán en las diferentes direcciones a seguir-
dijo el caballero.

-
Este
amuleto te ayudará a encontrar el camino correcto. Cuando necesites ayuda
tendrás que solicitar a los guías del amuleto que te muestren la dirección a
tomar- dijo el caballero haciéndole entrega a
Guifredo el amuleto.
-
¡Muchas
gracias caballero!! Prometo estar pronto de regreso con la copa de la verdad y
la espada del valor para poder ser coronado caballero como tú y poder conseguir
el valor que me falta- dijo Guifredo. Dejaré de ser Guifredo el cobardica para
convertirme en…¡¡Guifredo el caballero!
-
Estoy
convencido de que podré conseguir la copa de la verdad. Queridos guías
mostradme el camino que tengo que recorrer para poder hallar la copa de la
verdad de los caballeros.
Y
enseguida del amuleto de serpiente salió despedido miles de haces de luz que
indicaban el camino a recorrer.





-
¿Quizás
sea esta la copa de la verdad de la que me habló el caballero de la armadura de
oro?- pensaba para sí mismo Guifredo.
Y con sus pensamientos siguió en rumbo
de la colina y llegó hasta la zona de los dólmenes.

-
¿Has
sido tú quién ha llamado?- dijo una extraña voz que salía de uno de los
dólmenes que se encontraban en la colina.
-
Si.
Soy Guifredo y vengo en busca de la copa de la verdad que el caballero de la
armadura dorada me dijo que debería encontrar para ser coronado caballero y
poder conseguir el valor que necesito
para dejar de ser un llorón- dijo sinceramente Guifredo.
-
¿Así
que te envía el caballero de la armadura de Oro? Tengo buenos recuerdos de él.
Un bondadoso caballero. ¿Y tú crees que tu corazón está limpio de maldad?-
preguntó la extraña voz a Guifredo.
-
Pues
creo que si- contestó cabizbajo Guifredo.
-
Pues
tendrás que demostrármelo- dijo la voz
Y
de repente de uno de los dólmenes que se encontraban en la colina, apareció una
inmensa roca labrada con una inscripción y con una gran obertura en forma de
boca de dragón.

GUifredo
leyó atentamente la inscripción del grabado en la roca y muy despacito metió su
linda manita en el interior de la obertura.
El
dolmen comenzó a emitir una música extraña y del interior de la boca de dragón
comenzaron a saltar miles de sapos y serpientes que se abalanzaron sobre
Guifredo.
Guifredo
en aquel momento comenzó a notar que su corazón latía con fuerza y en un acto
desesperado llamó sin cesar a sus guías y se acordó del amuleto que el
caballero de la armadura de oro le había dado.

-
Por
favor, amuleto de la suerte, ayúdame a vencer a las serpientes. Sé que mi
corazón es bondadoso y por lo tanto no tengo nada que temer. Solo tengo que ser
fuerte y recordar que Guifredo quiere ser coronado caballero- dijo Guifredo en
voz alta intentando ser escuchado por los guías del amuleto.

-
Bien
Guifredo . Tu corazón ha s
ido valorado por el oráculo de Stonehenge que ha
evaluado positivamente tu corazón. Eres un ser bondadoso y por consiguiente puedes acceder al túnel
subterráneo para poder encontrar la copa de la verdad- dijo la voz del dolmen.

-
Muchas
Gracias Oráculo. De eso si que no tenía ninguna duda.- exclamó muy contento
Guifredo bajando por las escaleras.
Tras
despedirse del oráculo Guifredo siguió su descenso por las escalinatas que
llegaron hasta el túnel subterráneo.
-
¡Pero
qué maravilla!!- dijo muy contento Guifredo. Por este canal han pasado miles de
reyes y caballeros templarios. En todas las paredes hay inscripciones y dibujos
que recuerdan esa época. Cada vez estoy más cerca de conseguir la copa de la
verdad.

-
¡Qué
extraña inscripción! Parece ser que sí que es cierto que los antiguos
caballeros debieron enfrentarse al hierofante para poder alcanzar el Trial-
dijo Guifredo. Espero que ya no queden de esos por aquí.
Y antes de que Guifredo pudiese acabar de
hablar oyó un extraño gemido que provenía del interior de una sala repleta de
extrañas figuras labradas en piedra.
-
¿Quien
osa despertarme de mi hibernación?- dijo en tono enfadado la voz que provenía
de la sala de las figuras.
Guifredo
muy sigilosamente fue adentrándose en el canal y de repente vio con gran
asombro la figura de un enorme hierofante que se acercaba hacia donde él
estaba.
-
¡Oh
no! – exclamó Guifredo. Pero si todavía existen
y justo tengo uno delante mío- dijo sollozando Guifredo.
-
Hace
años que nadie viene a visitarme. Ya prácticamente los chicos de hoy en día han perdido las ganas
de ser coronados caballeros. A nadie le importa ya el valor y el coraje hacia
una buena causa. Ahora están preocupados por otras cosas. Ya no les interesa
demostrar su valía delante de los reyes ni formar parte de ninguna mesa
redonda- dijo en tono resignado el hierofante.

-
Dime.
¿A qué has venido? ¿Y cómo es que el oráculo te ha dejado pasar?- dijo el
hierofante.

-
Así
que has venido en busca de la copa de la verdad. Será un orgullo para mí poder
ofrecértela siempre y cuando seas capaz de adivinar mi acertijo. Si logras
adivinar la respuesta, no tendré ningún problema en cedértela para que puedas
ser coronado caballero pero si no la aciertas, te quedarás retenido para
siempre en uno de mis calabozos, serás convertido en una figura de piedra y entrarás
a formar parte de mi colección de caballeros oxidados- dijo riéndose el
hierofante.
-
“Adivina,
adivinanza, solo por un motivo, lograrás
solucionar este acertijo, solo cuando está presente se ilumina tu mente, cuando
no se encuentra, nublada será tu respuesta por la falta consecuente de su
presencia “¿Qué es? -dijo muy contento el hierofante ya que hacía tiempo que no
había tenido el honor de poder planteársela a ningún caballero.
-
A ver Guifredo. ¿Cual es la respuesta?- pensaba
para si mismo Guifredo.
Guifredo comenzó a darle vueltas a la
cabeza pensando en cuál sería la posible respuesta.
-
Un
motivo que haga encontrar la solución…si no está, nublado el pensamiento
está….- seguía pensando Guifredo.
-
¿Qué
es? Pero ¿qué puede ser? Venga Guifredo
ten confianza, tienes que poder acertarlo, quiero ser coronado caballero,
tienes que tener…¡¡¡ Ya está, ya lo tengo!!!
-
La
respuesta es la FE- dijo muy convencido Guifredo.
-
Enhorabuena
Guifredo. Me has dejado asombrado por la rapidez en que has encontrado la
respuesta. Es cierto. La respuesta es la fe, ya que sin ella no eres capaz de
buscar soluciones ni encontrar alternativas. Si te falta fe en que puedas
hallar las respuestas nunca las encontrarás.- dijo el hierofante.
-
Has
ganado la apuesta. Ahora te haré entrega de la copa de la verdad y con ella
podrás marcharte en busca de la espada del valor. Te deseo toda la suerte del
mundo y que vuelvas a visitarme cuando seas coronado caballero.
-
Aquí
la tienes querido Guifredo- dijo el hierofante sosteniendo entre sus manos la
gran copa de la verdad.
Y de repente de la copa comenzó a brotar
agua cristalina.
-
Ahora
ya puedes beber de ella- dijo el hierofante.
Guifredo se acercó la copa a los labios
y bebió del agua. Después se despidió del hierofante y muy contento con la copa
en la mano se dirigió hacia la salida del túnel subterráneo.
Ahora solamente le faltaba encontrar la
espada del valor. Siguió sin descanso por la senda de los caballeros guiado por
los guías del amuleto que el caballero de la armadura de oro le había dado.
Los guías lo dirigieron hacia la zona del
bosque de las brujas, donde contaba la leyenda que miles de brujas fueron
quemadas por los antiguos reyes cuando descubrieron los poderes que éstas podían llegar a tener.
-
¡¡Madre
mía!!- pensó para sí mismo Guifredo. Creo
que este bosque antiguo es donde se quemaron a muchas brujas en la época de los
caballeros templarios. Cuenta la leyenda que todavía algún espíritu de alguna
bruja anda por estos bosques y dicen que si encuentra algún caballero o algún
rey rondando por estos caminos, los
atrapa entre sus garras y lo convierte en escoba. Después los quema
en una hoguera tal y como a ella le hicieron sus antepasados caballeros.- dijo Guifredo muy atento a su alrededor.


Y
dicho esto, de lo alto del cielo, Guifredo vio a parecer a una gran bruja
sentada en una enorme escoba que iba gritando una y otra vez mientras descendía
hacia el suelo del bosque.

-
Pues
de momento, lo que se dice caballero….no soy. Pero espero serlo pronto.
Necesito ser coronado para poder conseguir el valor que mi alma necesita para
dejar de ser un llorón. Así podré volver al colegio y a mi casa sin temor a
enfrentarme a las dificultades y buscar soluciones sin ponerme a llorar- dijo Guifredo.
-
Así
que eres un aprendiz de caballero llorón. Pues solo me faltaba eso- dijo la
bruja. Pues no creo que puedas conseguir la espada por que la tengo yo- dijo la
bruja.
-
¡¡Ah
si!!. ¿la tienes tú?- dijo Guifredo.¿ Podrías dejármela para poder ser coronado?.
Si quieres después te la devuelvo – dijo muy convencido el niño.

-
Ni
hablar. Es mía. Además no hago favores a caballeros que fueron los responsables
de enviarme directamente al fuego de una hoguera.- dijo la bruja. Os odio por
ello y por eso vengo a este bosque a vengarme de vosotros. No te la voy a ceder
ni a ti, ni a ningún otro caballero. Ese es vuestro castigo por habernos hecho
quemar.

-
Por
favor, dame la espada del valor, sin ella no podré ser coronado jamás- dijo Guifredo
sollozando.
-
Bueno,
me lo pensaré- dijo la bruja. Me has caído bien. Te la daré solo si la
encuentras. ¿Y tú que me darás a cambio? No pretenderás que te la de así sin
más.
-
Puedo
ofrecerte…… ¡ya lo tengo! Puedo darte mi amuleto de serpiente. Es mágico ¿sabes?
Si tienes dudas de cuál es tu camino a seguir. ellos te ayudaran a hallar la
dirección correcta- dijo Guifredo.
-
A
ver, déjamelo ver. ¡Pero si es el antiguo símbolo de las brujas! Es la
serpiente enroscada. ¡Es precioso!!!- dijo la bruja muy contenta. Trato hecho
pero debes averiguar dónde está la espada del valor y no te será fácil
encontrarla.

-
Adivina,
adivinanza…..” no es un sitio ni un lugar, donde camuflada está, por el castigo
de los caballeros siempre estará bajo custodia de las brujas la espada del valor por
siempre jamás”
-
Bueno,
ya tienes la pista. Ahora debes averiguar dónde se encuentra la espada del
valor. Si la encuentras te podrás marchar – dijo la bruja.

Y
dicho esto la gran escoba de la bruja se convirtió en una gran espada labrada y
adornada con diamantes, oros y rubíes.
-
Aquí
la tienes- dijo la bruja.
-
¡¡Es
preciosa!!! Muchas gracias querida bruja- dijo Guifredo acercándose a la bruja
y dándole un beso en su mejilla.
-
Bueno.
No ha sido nada. Ahh. Pero dime antes de irte ¿cuál es el camino hacia el túnel
subterráneo del hierofante? – dijo sonrosándose la bruja. Me gustaría volver a
verlo. Guardo tan buenos recuerdos de él.
-
Solo
tienes que pedírselo a tus guías del amuleto. Ellos te darán la respuesta- dijo
riéndose Guifredo.

En seguida llegó hasta el bosque donde
días atrás se había encontrado al caballero de la armadura dorada.
-
Ya
estoy de vuelta- dijo Guifredo.

-
¡Muchas
gracias ¡. Ahora ya puedo volver a casa más contento que nunca. En cuanto les
enseñe a mis amigos la medalla del valor y les demuestre todo lo que he
aprendido durante mi recorrido, dejaran de llamarme Guifredo el llorón- dijo
muy entusiasmado Guifredo.
Todos
los niños en cuanto lo vieron aparecer con su gran medalla de templario se
quedaron muy sorprendidos.

-
¿Donde
la has comprado?- dijo otro de sus amigos.

-
¿
Pero tú solo has hecho eso? Pero si hasta ayer eras un niño llorón y miedoso-
dijo otro de sus compañeros.

Y
a partir de ese momento, Guifredo fue
considerado uno de los niños más valientes de todo el colegio y todas las niñas
acudían a él cuando necesitaban que las defendieran de cualquier ataque de
algún que otro niño maleducado que intentaba burlarse de alguna de ellas.



Y Colorín, colorado…este cuento se ha acabado.
Mónica
Zambrano. Los Vikicuentos multiculturales
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