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La mariquita Berta


La mariquita Berta:
Cancion Berta
Català






Erase una vez, en el país de las margaritas, vivía una mariquita llamada Berta.
Berta era la pequeña de la familia y cuando nació todos se quedaron muy sorprendidos al ver que había nacido sin sus topitos rojos. Su piel era bella y tersa y lucía siempre hermosa y brillante pero para Berta suponía un problema, ya que no era como las demás mariquitas. No tenía topitos rojos.

A medida que iba creciendo la pequeña mariquita se mostraba cada vez más triste y desanimada pues pensaba que no era lo suficientemente hermosa ya que carecía de color. Ella quería parecerse al resto de mariquitas y alababa una y otra vez la belleza de sus compañeras. Consideraba que su tristeza era debida a que había nacido sin topos y que sin ellos nunca alcanzaría la perfección que ella creía ver en el resto de mariquitas.

Sus padres y amigas siempre la animaban pues consideraban que a pesar de haber nacido sin topos rojos era una mariquita muy hermosa, su vuelo era muy ligero y admirado por todos y su voz dulce y melodiosa conquistaba a cualquier insecto que revolotease por los alrededores. Pero aun así, Berta seguía triste y se comparaba con el resto de marquitas.

-          Quizás, si yo tuviera topitos me sentiría feliz y contenta como el resto de las mariquitas- pensaba para si misma Berta.

Y día tras día,  los papás de Berta y sus amigas la veían cada vez más triste pese al cariño que ellos le ofrecían.



Un día Berta pensó que si seguía sin sus topitos no sería nunca feliz y decidió partir en la búsqueda de sus topos rojos.

-          No puede ser que yo haya nacido sin topitos rojos. Seguro que se encuentran en algún lugar esperando que yo los encuentre- meditaba para si misma Berta.

Y con estos pensamientos partió una mañana con la esperanza de volver a casa feliz y contenta por haber encontrado la parte de sí misma que le faltaba.

Así que de esta manera, anduvo sin descanso, rodeó valles, ríos y montañas. Conoció a muchos otros animales que admiraban realmente la belleza de su voz y de su bonita piel. Pero a Berta no le servía de nada las alabanzas, ella quería poder ser como el resto de mariquitas y poder lucir en su piel, los bonitos topitos rojos al igual que sus compañeras.
Un día se encontró con una gran abeja que muy dulcemente le preguntó:

-          Hola preciosa mariquita.¿ Qué haces solita caminando por estos pasajes?- le preguntó la abeja.

-          Hola. Me llamo Berta y voy en busca de mis topitos rojos- dijo inocentemente la mariquita.

-          Pero ¿ por qué quieres encontrarlos?- dijo la abeja. Yo te veo muy bien sin ellos- exclamó sinceramente .

-          Pues verás. Creo que mi tristeza y mi sensación de vacío se deben a que he nacido sin topitos y me gustaría poder recuperarlos para sentirme igual de bella que mis compañeras que si tienen topitos rojos en su bonita piel- dijo Berta.

-          Bueno, en tal caso, yo puedo ayudarte a fabricar unos- dijo muy convencida la abeja.

¡¡Ah si!!!- exclamó Berta. ¿ Y cómo los podemos fabricar? – dijo Berta.

-          Pues con el polen rojo de las amapolas- afirmó la abeja.

-          Con él podremos añadir a tu bonita piel unos bellos topitos. De esta manera te sentirás como el resto de tus amigas y volverás a sentirte feliz- dijo la abeja.

Así que los dos insectos comenzaron a elaborar los topitos. Recogieron polen de diferentes plantas y los aplicaron sobre la piel de Berta.

Berta cuando se miró en el reflejo del río se quedó fascinada viendo su piel manchada con los topitos rojos.

-          Por fin- exclamó contenta. Ahora ya puedo volver al poblado y se feliz como el resto de mariquitas.

Y dicho esto partió sin más demora hacia el poblado , con tan mala suerte de que una tormenta se abalanzó sobre ella. Como consecuencia de la lluvia que cayó sobre ella, el polen rojo que formaba sus topitos comenzó a deshacerse y cuando la tormenta finalizó, Berta había perdido de nuevo sus topitos rojos.

-Pero no puede ser- lloraba desalentada la pequeña mariquita. Ya estoy de nuevo sin mis topitos.

Berta lloraba y lloraba desconsoladamente. En aquel momento se le apareció una linda mariposa.

-          ¿ Por qué estás llorando preciosa mariquita?- le preguntó la mariposa.

-          Soy una mariquita desgraciada, no puedo ser feliz sin mis topitos- lloraba muy decepcionada Berta.

-          Pero así estás muy bella- dijo la mariposa.

-          Tú me dices esto porque a ti no te faltan tus bonitos colores, pero estoy segura de que sin ellos estarías igual de triste que yo- dijo Berta.

-          Pues quizás tengas razón.- contestó la mariposa.

-          Quizás conozca a alguien que te puede ayudar- dijo la pequeña mariposa.

-          ¡¡Ah si!! Contestó la mariquita. Te acompañaré donde sea con tal de poder conseguir unos preciosos topitos- dijo Berta.

Y juntas las dos partieron en busca del castor el pintor.

-          Buenos días señor Castor- dijo la mariposa. Queríamos que nos ayudaras a fabricarle a Berta unos bonitos topitos rojos con la ayuda de tus pigmentos y de tus pinturas.

-          Pues habéis venido aparar a un buen lugar- dijo el castor. Soy uno de los mejores pintores que existen  por estos alrededores.

Y dicho esto el castor empezó a pintar sobre la piel de Berta unos grandes topitos rojos.

Cuando Berta se volvió a mirar sobre el reflejo del agua, se quedó maravillada con los topitos que el señor castor le había dibujado y marchó muy feliz y contenta para enseñarle a su familia sus nuevos topitos.

Pero durante el camino una fuerte ventolera sopló y sopló en el jardín donde Berta se encontraba e hizo que la pintura realizada a base de pigmentos del señor Castor comenzara a desintegrarse.

-          Pero no puede ser- lloraba de nuevo Berta. De nuevo he perdido mis topitos rojos.


Y Berta comenzó a llorar de nuevo desconsolada pensando que nunca encontraría la belleza y la alegría que estaba buscando mediante sus topitos rojos.

En aquel momento se le apareció una gran araña que al verla pensó en atraparla en su red y devorarla sin piedad. Pero el llanto de Berta logró llegarle a su pequeño corazoncito de araña y se acercó a ella para preguntarle la razón de su tristeza.

-          Hola pequeña mariquita. ¿ Por qué estás llorando? – le preguntó la araña.

-          Lloro porque soy una mariquita sin topitos. Sin mis topitos rojos nunca llegaré a ser igual de bella y feliz como lo son el resto de mariquitas- explicó Berta a la araña.

-          Pero yo te veo muy bien así- dijo la araña.

-          Tú me dices eso porque a ti no te falta hilo con el que tejer tu telaraña. Si te faltara seguramente te sentirías igual de triste como me siento yo- dijo Berta.

-          Pues quizás tengas razón- dijo la araña. Yo te puedo ayudar a fabricar un hermoso traje de topitos rojos con mi hilo.

-          ¡¡Ah si!!- dijo de nuevo emocionada Berta

Y de esta manera la araña le confeccionó a Berta un hermoso traje de topitos rojos.

-          Ahora si que mis topitos no se irán volando ni desaparecerán como consecuencia de la lluvia o el viento- exclamaba muy contenta Berta.

Y de nuevo muy alegremente se dirigió de vuelta a casa con la emoción de encontrarse con sus compañeras.

-          Ahora seré igual de feliz que ellas. Mi piel lucirá tan hermosa como la del resto de mis amigas- dijo muy contenta Berta.
Cuando llegó al país de las margaritas quiso esperar a ponerse el traje al día siguiente para dar una sorpresa a todas las mariquitas del poblado durante la fiesta que celebraban cada año para la primavera.

En cuanto amaneció , Berta muy contenta y emocionada salió apresuradamente de casa para reunirse con todos sus amigos y poder mostrarle su traje de topitos.

En cuanto la vieron aparecer todos comenzaron a abrazarla y besarla por el feliz reencuentro:

-          Menos mal que has vuelto- decía una de las mariquitas. Temíamos que te hubieras perdido o que te hubiera pasado algo por el camino.

-          ¡Pero qué guapa estás! – decía otra de las mariquitas a Berta: Te hemos echado mucho de menos

-          Yo también a vosotras- decía Berta muy emocionada y feliz poder estar de nuevo con sus amigas.

Y todas juntas celebraron el día de la primavera, saltando , riendo y brincando por todas las hermosas margaritas que comenzaban a florecer en los jardines.

El tiempo se le pasó rápidamente y Berta se sentía más hermosa y feliz que nunca.

-          Estoy muy feliz y todo gracias al traje de topitos que me fabricó la araña. Ahora ya me siento como el resto de mis compañeras. Me siento llena y feliz- pensaba Berta para si misma mientras no paraba de jugar con todas sus compañeras.

Cuando comenzó a anochecer Berta se despidió de todas ellas y se dirigió a casa muy feliz y animada.

-Ya nunca más me sentiré diferente, nunca más me sentiré vacía. Con mi traje ya soy una verdadera marquita- meditaba feliz la pequeña Berta.

Pero cuando Berta se miró en el reflejo del agua del rio se dio cuenta que con las prisas y nervios de ese día, se le había olvidado ponerse el traje de topitos, que permanecía intacto en uno de sus armarios

Berta se dio cuenta que realmente la felicidad que ella estaba buscando ya se hallaba en su interior y que no dependía de ningún nuevo traje ni dependía de tener o no un determinado color o de ser igual que el resto de las mariquitas, simplemente era su creencia de que esto era así la que verdaderamente la hacía sentirse diferente o infeliz.

Así que de esta manera Berta descubrió que realmente para ser feliz no le hacía falta compararse con las demás mariquitas, que realmente no le hacían falta los topitos rojos para sentirse igual de bella que sus compañeras. Finalmente aprendió  que lo importante es aceptarse tal y como uno es, y que el ser diferente al resto no implica ser mejor ni peor que ellos ya que la belleza radica también en las diferencias.



Y colorin , colorado , este cuento se ha acabado.

Mónica Zambrano . Los Wikicuentos multiculturales.

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