Erase una vez un famoso cangrejo llamado Alejo. Alejo era
muy conocido por todos los lugares ya que era un animal un poco entrometido al
que apodaban “ tolosé” ya que siempre estaba compitiendo con el resto de
animales de los bosques y se creía conocedor de todas las respuestas.
Cuando el resto de animales le veían aparecer huían
alarmados ya que Alejo siempre intentaba dejarlos en ridículo y demostrarles
que él era mejor que ellos realizando cualquier actividad que se dispusieran a
realizar.
-
Mirad por allí viene Alejo- dijo apresuradamente Sirio.
-
Vámonos rápidamente antes de que nos vea- dijo Fletón un
hermoso saltamontes verde.
-
Oh no. Ya está aquí -
dijo en tono desanimado la tortuga Flora.
-
Hola chicos. Me estabais esperando ¿verdad? – dijo Alejo
mofándose de ellos.
-
Pues la verdad es que ya nos íbamos- dijo Fletón.
-
Un momento, un momento…no podéis iros todavía. Tengo que
demostraros lo bueno que soy con las matemáticas. A ver, querido Sirio, a que no
sabes cuánto suman tres y siete. ¿A que no lo sabes? ¿verdad que no lo sabes? -dijo
alejo muy convencido. Ves, lo sabía. Tú no lo sabes pero yo sí que lo sé. Son
diez- contestó orgulloso Alejo.
-
A ver vamos a continuar. Pero si está aquí me querida
tortuga Flora. ¿ A que no eres capaz de seguirme hasta aquel árbol de allí? –
dijo Alejo presuntuosamente. ¡ A que no puedes!! ¿ Verdad que no puedes
seguirme? .Ves , yo tenía razón, soy más rápido que tú- continuaba diciendo Alejo.
Todos los animales
del bosque acaban muy cansados día tras día escuchando los mismos sermones de
Alejo y muchas veces se marchaban dejándole solo con la palabra en la boca ya
que era la única manera de frenar su
insistente demostración de que era mejor que cualquier animal del bosque
y de los ríos.
De esta manera
Alejo se sentía dichoso ya que creía ser el mejor animal que existía en el
mundo y ello le hacía sentirse bien consigo mismo y feliz.
-
Soy muy listo y muy rápido- pensaba para si mismo Alejo.
El mejor de todos los animales del bosque. Nadie puede compararse conmigo.
Pero los animales
del bosque cada vez dejaban más aislado a Alejo que pensaba que ellos se
alejaban de él por la envidia que sentían por no ser tan listos y habilidosos
como él.
-
No importa- pensaba Alejo. Yo solo me basto y me sobro.
No se acercan a mí porque saben que les gano en todo- continuaba pensando Alejo.
Pero Alejo siempre
acababa buscándolos ya que necesitaba ser escuchado y ser alabado para sentirse
feliz. Sin gente a su alrededor con la que compararse no podía demostrar lo
habilidoso que era, así que siempre intentaba entrometerse en todas las
conversaciones y en todos los juegos que los animales del bosque organizaban.
Un día caminando
solo por el bosque se dio cuenta que en el jardín de al lado se celebraba una
gran fiesta y sin pensárselo dos veces se apuntó para seguir demostrando lo
buen cangrejo que era.
Se apuntó a todos
los concursos y a todas las
competiciones que se realizaron en la fiesta y todos los animales salían
abrumados escuchando sus discursos egocéntricos y viéndole ejercer sus
habilidades.
-
Mirad, miradme, lo rápido que corro. ¡A que nadie se
atreve a seguirme! – gritaba Alejo una y otra vez a todos los animales que se hallaban
en la carrera.
-
¿Pero de donde ha salido este cangrejo tan pesado?- decía
una de las liebres que estaban al inicio de la carrera.
-
Pues como se cruce en mi camino me lo llevo por delante-
decía otra de las liebres que se encontraban allí.
-
Pero ¿quien se cree que es? – se escuchaba decir entre el
público que estaba esperando el inicio de la competición.
-
¡Sal ahora mismo de la pista!- gritaba uno de los
organizadores de la fiesta.
Pero Alejo hacía caso omiso de las indicaciones y saltaba una y otra vez en medio de la pista.
A continuación iba a la zona de salto y allí comenzaba a
realizar el mismo espectáculo:
-
Mirad, miradme lo bien que salto. ¿A que nadie puede
saltar tan bien como yo lo hago? – dijo Alejo dirigiéndose a un grupo de
saltamontes que estaba reunido esperando que comenzara la competición.
-
¿A que esperáis? Venga. A ver si saltáis igual de bien
que yo- decía una y otra vez Alejo.
-
¡Quitad de ahí a ese odioso cangrejo de una vez!. Está arruinando
la fiesta- gritaban desesperados los asistentes.
Pero Alejo seguía sin hacer caso a las indicaciones y
seguía yendo de un lado a otro demostrando lo bueno que era realizando todas
las actividades.
Llegó un momento en que la paciencia de uno de los
saltamontes que estaba esperando a iniciar la competición llegó al límite y muy
malhumorado se dirigió hacia donde se encontraba el cangrejo.
-
Oye tú, sal de ahí ahora mismo- dijo el saltamontes.
Quien te has creído que eres yendo de un
lado a otro sin control. Esto es una competición seria. Quítate de
nuestra vista de una vez por todas.
-
Me dices esto porque temes que yo salte mejor que tú- le
contestó Alejo. Estoy seguro que mi salto es más alto que el tuyo.
-
¿ Así que eso crees? – dijo el saltamontes. Pues vamos a
probarlo.
Y dicho esto el saltamontes cogió de la pequeña pinza a
Alejo y lo arrastró hasta el centro de la pista. Una vez allí comenzaron a
competir bajo la atenta mirada de todos los espectadores.
-
¡Mirad ese cangrejo saltarín!- decía uno de los
presentes.
-
¡Pero se va a romper la crisma!- decía otro de los
saltamontes.
Pero Alejo no hacía caso y continuaba saltando y saltando
demostrándole al saltamontes lo bueno que era. Pero tan centrado estaba en su
salto y en demostrar su habilidad que no se dio cuenta de que muy cerca de
donde estaba había un gran agujero excavado en la tierra y con un gran
estruendo cayó irremediablemente en él.
Todos los animales salieron su ayuda y muy consternados
vieron a Alejo tendido en el suelo, inconsciente y con una de sus pinzas rotas.
Enseguida lo trasladaron al servicio de curas donde las
ardillas se encargaban de realizar los primeros auxilios.
-
¿Te encuentras bien?- le preguntó una de las ardillitas a
Alejo.
-
Si - contestó Alejo. Pero creo que me he roto algo.
Siento mucho dolor por todo mi cuerpo- dijo el cangrejo.
-
Bueno, es que tienes una de tus pincitas rotas y tardarás
en recuperar tu movilidad normal- dijo una de las ardillitas.
Aún así, Alejo estaba deseando verse recuperado para
volver a competir de nuevo con ellos y seguir demostrándoles que todavía era el
mejor animal que existía en los alrededores.
-
Pero no puede ser – gritaba Alejo. De esta manera si
corro hacia atrás nunca podré ganarle a nadie. No es posible que ahora no pueda
hacer los cálculos de manera correcta- continuaba pensando para sí mismo Alejo.
Los animales del bosque se quedaron muy sorprendidos
cuando vieron aparecer a Alejo caminando pausadamente hacia atrás. No podían
creer lo que estaban viendo pero lejos de mofarse y burlarse de él, le apoyaron
y le ayudaron en todo lo que les fue posible para que Alejo pudiera adaptarse a
su nueva vida. Alejo se mostró muy agradecido y les pidió disculpas por lo mal
que se había comportado anteriormente con ellos. Ahora cuando se reunían todos
los animales del bosque para celebrar fiestas y concursos Alejo intentaba
disfrutar jugando y compartiendo su alegría en vez competir continuamente con
ellos. Y de esta manera se dio cuenta de que disfrutaba más cuando realizaba
las actividades de manera despreocupada y relajada sin importarle realmente si
ganaba o perdía. Se divertía mucho más cuando dejaba de interesarse por el resultado.
Y es por esta razón que todos los cangrejos caminan hacia
atrás recordando al cangrejo Alejo ya que:
“ si tu meta en la
vida tan solo es ganar
Y con ello tu valía poder demostrar
Piensa que quizás solo lograrás
Como el cangrejo Alejo caminar para atrás”
Mónica Zambrano. Los wikicuentos multiculturales.
Francés
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